Sábado 23 de agosto de 2014. Víspera de San Bartolomé.
Ruta Larga por las Hoces
del Duratón
Distancia: 23km.
Oficialmente marca 10 km ,
pero el GPS nos marca más distancia.
Dificultad: fácil. Sólo la
distancia.
Tiempo: 7 horas
Notas: La senda es ideal
para verano pues va siempre en sombra, existen fuentes a lo largo del recorrido
y los lugareños beben de ellas, aunque eso sí hay un bonito cartel de agua no
tratada.
Existen varios recodos donde
meter los pies en el río.
Es una de las mejores zonas
para observar al buitre leonado
Track
Nos levantamos sobre las
ocho para bajar a desayunar temprano, otra cosa, pero nosotros el buffet de los
hoteles lo aprovechamos muy bien y menos mal que así lo hicimos porque yo me
dejé la comida olvidada en el pueblo.
Como ya había hecho la
senda de entre ríos dejamos el coche aparcado en el parking,
La ruta no es circular y
son como unos 10
kilómetros de ida y otros tanto de vuelta.
Cartel con la ruta
Árbol con curiosa forma
Puente
La senda discurre por
sombra casi todo el tiempo gracias a los árboles que habitan en la zona
Las formaciones rocosas de
la hoz
Fuente de la Hontanilla
La senda sigue y nosotros seguimos maravillados con ella
Zona de derrumbes de las
Hoces
Creemos que se trata de un
antiguo molino
Placa a un fotografo
naturalista
Antiguo canal de agua.
La naturaleza es
sorprendente, aparte de la ventana natural los buitres serán nuestros
compañeros
Aquí uno posando
Cueva del dintel
Hace calor y pasear por
aquí se agradece
Puente del Villar. De aquí
surgen nuevas sendas, pero nosotros seguimos por la oficial
De vez en cuando alguna
sombra nos recuerda que estamos en su territorio
Arriba descansan ellos,
pacientes, relajados
Fuente del Chorrillo
Los jardines verticales no
son un invento de los humanos
Casi llegando está la Cueva de los Siete Altares,
monumento religioso visigodo.
Por cierto está cerrada
Interior de la Cueva.
No se si aprecia la pared
labrada
Y llegamos al chiriguito.
Se puede comer, beber, descansar…. Nosotros descansamos un poco y como no
teníamos hambre (aún no nos habíamos percatado de que solo teníamos pan) nos
volvimos hacía el pueblo.
Paramos en el puente villar
y allí fue donde nos dimos cuenta del olvido, error!!! Vaya cabeza que tengo.
Un haya!!!!
Llegamos al coche el cual
se hayaba al sol, madre que calor, menos mal que en el hotel podremos ducharnos
con agua fresquita.
Llegamos al hotel y nos
duchamos tranquilamente, Jose se bajo al super para comprar algo para comer,
pero estaban cerrados con lo que se pasó por la pastelería del pueblo y trajo
empanada y croassante con jamón y queso que en la terracita del hotel sabía
todo muy rico.
Tras descansar recorrimos
un poco el pueblo, pues yo apenas si lo conozco, no así Jose que su padre es
oriundo de esta bella villa.
Plaza Mayor con el
Ayuntamiento al frente
La otra parte de la plaza
Por si nos perdemos
Cartel que nos hace mucha
gracia
Puerta de la Judería
Iglesia del Salvador
Iglesia de la Virgen de la Peña
Panorámica del pueblo
Curioso reloj
Iglesia del Salvador desde
la cuesta homónima
En el bar Panadero nos
comimos sus famosos pedruscos, o lo que es lo mismo bollos preñados
Entre paseo, mirar iglesias
y pinchos nos dieron casi las diez de la noche y en eso que las luces de la
plaza se apagaron, la gente se acumulaba a los lados, cerca de la Iglesia de San Bartolomé
Los Diablillos de Sepúlveda
La leyenda se puede leer en la siguiente web: http://www.funjdiaz.net/folklore/07ficha.php?ID=2557
"Los textos sobre San Bartolomé (1) cuentan que, estando predicando en la India, el apóstol fue mandado llamar por Polimio, un poderoso rey, que tenía una hija endemoniada. Una vez en la corte, el santo contempló que tenían a la enferma atada con cadenas porque atacaba a mordiscos a cuantos se acercaban a ella. San Bartolomé mandó entonces que libraran a la princesa de las ataduras. Los criados del rey no se atrevían a desatarla, pero el santo insistió: “Haced lo que os mando; no tengáis miedo; no os morderá, porque ya tengo yo bien atado al demonio que la domina”. Los criados desataron a la joven, y ésta, en aquel mismo instante, quedó totalmente curada.
Una creencia popular sepulvedana asegura que hay una noche al año, la del 23 de agosto, en la que el apóstol suelta al diablo de las cadenas que le atan, sucediéndose entonces el rito de los “diablillos” que dura largo rato, hasta que, sobre las diez y media de la noche, una última carrera de todos los diablillos juntos cierra el acto. Los diablillos vuelven a subir entonces hasta la iglesia de San Bartolomé, porque se supone “que el santo vuelve a atarles”."
Luego disfrutamos de su
limonada y a dormir que estábamos rendidos
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